Recuerdo claramente la noche en la que tomé la difícil decisión de dejar a mi pareja. Esa conversación que habíamos pospuesto durante tanto tiempo finalmente salió a la luz: no quería tener hijos. Aunque nuestra relación era sólida en muchos aspectos, este desacuerdo fundamental se convirtió en una barrera insalvable. A pesar del amor que compartíamos, la visión de un futuro sin la posibilidad de formar una familia me hizo replantearme todo. ¿Cómo podíamos seguir adelante cuando nuestras metas y sueños eran tan divergentes?
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